VLmundo │ Las amenazas casi diarias de Kim Jong-un asustan más en el extranjero que en la propia Corea del Sur, donde están ya más que acostumbrados a las fanfarronadas del régimen estalinista de Pyongyang después deseis décadas de provocaciones, desafíos y enfrentamientos armados o, más recientemente, “ciberataques” a sus televisiones y bancos. Si el hundimiento de la corbeta “Cheonan” y el bombardeo de la isla de Yeonpyeong no desataron una guerra en 2010 a pesar de cobrarse 50 vidas en Corea del Sur, los expertos dudan de que pueda hacerlo el lanzamiento de unos misiles. Siempre y cuando no se salgan de su ruta y caigan en Seúl, claro.
De un lado para otro a lo largo de su costa oriental, Corea del Norte los está moviendo para despistar a los servicios de Inteligencia del Sur y a la CIA, que los han detectado a través de sus satélites espía. Según las imágenes tomadas desde el espacio, se trata de dos misiles de medio alcance Musudan, denominados así en honor de la localidad norcoreana donde se ubica la rampa de lanzamiento de cohetes del régimen. En teoría, porque todavía no han sido probados, tienen capacidad para volar 3.500 kilómetros y podrían golpear Japón y hasta la base estadounidense en la isla de Guam, en el Pacífico. Mientras el mundo entero teme el estallido de la Tercera Guerra Mundial, los analistas internacionales y los propios funcionarios surcoreanos insisten en que Pyongyang podría disparar los misiles de forma inminente, pero no para lanzar un ataque que sería suicida, sino a modo de ensayo balístico como en años anteriores.
“Sólo quieren hacer un bonito regalo para la visita del secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Ahora mismo yo esperaría más vuelo de misiles y amenazas militares porque Corea del Norte quiere llegar a un acuerdo para no avanzar en su programa nuclear, pero manteniendo lo que ya tiene”, explica a la cadena CNBC el profesor ruso Andrei Lankov, que imparte clases en la Universidad de Kookmin y es el más reputado experto en el régimen porque ha estudiado en Pyongyang. En su opinión, “no hay posibilidad de escalada militar ni siquiera si EE.UU. intercepta el misil norcoreano, sólo si se produce una escaramuza en la frontera”.
Además, Lankov indica que dicha prueba serviría para reforzar el poder interno del joven dictador norcoreano, que apenas tiene 30 años y aún debe ganarse los galones militares que lucieran su padre, el “Querido Líder” Kim Jong-il, y su abuelo, el fundador de la patria y “Presidente Eterno” Kim Il-sung. Como el lunes, 15 de abril, se cumple el 101 aniversario de su nacimiento, Pyongyang también podría disparar ambos proyectiles para conmemorar tan señalada fecha, una de las más importantes del calendario en Corea del Norte.
Política «songun»
Bajo la política “songun” de primacía militar, el régimen se gasta en el Ejército un cuarto o más del exiguo presupuesto mientras los 24 millones de norcoreanos malviven con cartillas de racionamiento o gachas de maíz. Para justificar tantas precariedades y seguir conservando el poder, necesita culpar a un enemigo exterior como Estados Unidos y mantener a su pueblo en un permanente estado de tensión bélica alimentado por los constantes desfiles militares y las soflamas incendiarias de la propaganda. Al fin y al cabo, no es más que la estrategia típica de cualquier dictadura, como bien plasmara Orwell en su magistral novela “1984”.
Para conmemorar los supuestos hitos del régimen y seguir deslumbrando a su pueblo, al que lava el cerebro desde la cuna e intenta mantener aislado del mundo exterior, Kim Jong-un necesita unos fuegos artificiales tan espectaculares como los misiles Musudan o los cohetes Unha-3. Hace justo un año, y en plenas fiestas por el centenario de Kim Il-sung, Corea del Norte hizo el ridículo cuando dicho cohete estalló tras volar sólo 100 kilómetros en su intento por poner en órbita un satélite espacial. Un lanzamiento denunciado por EE.UU. y Corea del Sur al considerarlo la prueba encubierta de un misil de largo alcance.
Finalmente, Pyongyang consiguió lanzar su satélite al espacio en diciembre y en febrero llevó a cabo su tercer nuclear, cuyas sanciones han desencadenado su reciente torrente de amenazas. Ahora podría hacer lo mismo con los misiles Musudan aprovechando los fastos de este mes de abril, en el que no sólo se conmemora el aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, sino también la toma de posesión oficial de su nieto.
Tras heredar el poder de su padre, el “Querido Líder” Kim Jong-il, a su muerte en diciembre de 2011, Kim Jong-un fue nombrado primer secretario del Partido de los Trabajadores el 11 de abril del año pasado. Sólo dos días después, se hacía con la máxima autoridad del país al ser designado primer presidente de la Comisión Nacional de Defensa.
“La selección de Kim Jong-un, nuestro camarada, como primer secretario fue un gran evento político que supone un hito y un punto de inflexión en los esfuerzos del Partido por consolidarse y construir una nación poderosa”, alaba el periódico “Rodong Sinmun”, portavoz del régimen, con su habitual tono propagandístico.
A su juicio, “la Historia nunca ha visto un líder socialista como Kim Jong-un, que ha fascinado a la opinión pública internacional y ejercido una gran influencia en tan corto periodo de tiempo”. Tras definirlo como “el hombre número uno en convicción, voluntad y coraje”, califica la puesta en órbita del satélite espacial en diciembre y la prueba atómica de febrero de “satisfactorias victorias que sólo el camarada Kim Jong-un podía llevar a cabo”. Después de aquellos éxitos, el joven tirano se dispone a honrar a su abuelo con sus nuevos artificiales: los misiles Musudan que tienen en vilo a medio mundo.
Publicar un comentario