Ozil le da vida al Madrid 3-0 contra mallorca

VLmundo │ Mourinho saca al alemán y en tres relámpagos el Madrid tumba al Mallorca goleando con un aplastante 5-2

EFE


Sucedió lo de casi siempre: salió un astro como Ozil y con su varita mágica cambió el partido. Dio justo lo que necesitaba el Madrid: alma y fantasía. Pero más allá de que la actitud en determinados partidos de Liga sea sospechosa, de que haya una evidente falta de concentración en las jugadas a balón parado y de que el Mallorca fuera valiente y atrevido, el Madrid debería sacar una conclusión clara de la primera parte del choque: por mucha religión que hayas hecho del juego directo, cualquier equipo del mundo necesita centrocampistas y jugadores buenos que se asocien. Y ayer el Madrid de la primera parte tenía solo a Modric. Pepe es defensa y Kaká, medio punta. Morata y CR delanteros y así, aunque el equipo empuje, no lo hace con la claridad que se vislumbra con gente que se asocie y toque para desarbolar cerrojos de cien candados. [Así lo hemos contado]

El Mallorca de Manzano estuvo bien, realmente mejorado con la mano del jienense. Equilibrado, ordenado atrás, rápido en la contra y, sobre todo, escudriñando con ojo maestro allá donde el rival tiene lagunas. Y el Madrid tiene lagunas atrás, muchas en los laterales, y enormes en las jugadas a balón parado. Falló Coentrao en el primer gol (y también algo Diego López, lento en la reacción) y erraron todos en el segundo más allá de que Mateu se comiese un empujón a Ramos. Con un equipo de jugadores altos y grandes, armarios de tres puertas aquí y allá, la capacidad que tiene cualquier «enano» para ganarles a los blancos los balones altos es más que preocupante.

El Madrid no convencía. Empujaba con ese afán de local que tienen todos los equipos, pero tenía demasiadas huestes despistadas. Kaká, que sin huecos se diluye; Pepe, con mucho ardor y poco toque, y los laterales, que no aportaron nada arriba.

Ante un equipo bien colocado y necesitado como es el Mallorca, al Madrid le costó demasiado. Es cierto que no tuvo fortuna en un par de remates de Cristiano pero, aún así, se notó que había gente importante fuera del campo, por ejemplo Ozil o Di María, que suelen usar llaves de mil puertas para ver lo que los demás no ojean.

Fue lo que arregló Mou en la segunda parte. Metió a Ozil y, como siempre que juega junto a Modric, el Madrid creció. En solo cinco minutos de ira y fuego dieron la vuelta al partido con golazos de CR y Modric, más uno de Higuaín.

Pero fue Ozil el que lo cambió todo. No fue solo lo que hizo, sino lo que contagió al resto, también picados por el marcador adverso. A su alrededor se asociaron todos los jugones, el Madrid empezó a tocar y en cinco minutos echó al rival a la cuneta con tres jugadas de relámpago, un fulgor en el que al Mallorca no le bastó con su orden. Ozil tocaba, alargaba con naturalidal al primer toque y para el equipo de Manzano cada jugada en la que entraba el alemán era un drama, una agonía de la que no veía como salir.

Sin balón, con el equipo roto corriendo detrás de fantasmas, el Mallorca lo pasó peor que fatal al final. El Madrid, con la inercia dada por su jugador faro, se dejó ir y, aún así, todo fue ya suyo.