VLmundo │ En Moscú, bajo cero y aguanieve, se esfumó el suelo continental del Levante. Dijo adiós el conjunto de Juan Ignacio Martínez después de una torneo notable, siendo revelación desde la humildad, y llegando más lejos de lo que muchos hubiesen pensado. Disfrutando y sufriendo por igual. Y en Moscú, en la vuelta de octavos de la Europa League, terminó el camino. Lo cierto que después de un partido en el que Rubin y Levante pasaron demasiados minutos a una intensidad inferior de lo que el partido requería. Y todo se resolvió en la prórroga. El tiempo extra quizá lo pudo evitar una semana antes en el Ciudad de Valencia. Ocasiones tuvo. Pero en Moscú,Rondón y Dyadyun frenaron el caminar del Levante en Europa.
Si se busca en el fútbol continental equipos con parecido razonable no sería un error comparar al Rubin Kazan y al Levante. Obvio que siempre hay matices. Patrones de juego basados en los mismos fundamentos de notables estructuras defensivas y juego ofensivo de contragolpe. El matiz de los rusos fue el ímpetu a ráfagas, mientras el Levante tuvo que templar un poco la velocidad porque no es lo mismo que la referencia en ataque sea ahora el italianoAcquafresca que antes el velocísimo Oba Martins.
Las defensas se mostraron casi siempre firmes ante los ataques rivales. Se registró alguna ocasión en el primer tiempo. Dos claras para el Rubin. Pero ni Karadeniz, siempre bregador, ni el centrocampista español Pablo Orbáiz atinaron. El Levante también pisó área rusa, aunque con menos peligro que los locales. Aún así, y como sucedió en el partido de ida en el Ciudad de Valencia, la seriedad de las defensasvenció a los intentos por ser resquebrajadas. Se fueron al descanso igual que acabaron hace una semana: empate a cero. Y eso indicaba prórroga.
Tiempo de sopor
Rubin y Levante sabían que tenían acelerar en el segundo acto. Varios futbolistas podían desequibilibrar sobre el papel, pero especial incidencia tenían para sus equipos Orbáiz y Barkero. Se vieron muchos las caras, muchos lances en la zona ancha. El primero debía guardar el equilibrio en el conjunto ruso, el segundo armar el fútbol del once español. Ambos fueron protagonistas para España en 1999, en Nigeria, pues ganaron el Mundial Sub'20. Fue la generación de Casillas, Xavi Hernández, Carlos Marchena o Dani Aranzubía, entre otros, que ganó 4-0 a Japón en la final.
En el primer tramo de la segunda parte, el conjunto ruso, inquilino en el estadio Luzhniki de Moscú (huérfano de público), jugó con algo más intensidad y dio forma a varias incursiones en el área levantinista, que se replegaba bien, pero mostrándose un punto menos vehemente que los rusos. Quizá el juego bajo cero hizo decrecer el nivel de intensidad, insuficiente en muchas ocasiones para un partido de vuelta de octavos de final de la Europa League. En suma, lo visto llevó al sopor.
La solución Acquafresca no permitía desatascar al Levante en ataque. El juego del italiano refrenaba. Así, Juan Ignacio Martínez lo sustituyó por Valdo para que Rubén, mucho más veloz, hiciese las veces de «9 y cambios de posición con el mismo Valdo. En todo caso, la sensación era de dos equipos que no acababan de romper, de ir firmemente a por la victoria, de asumir riesgos y evitar el tiempo suplementario.
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